jueves, 3 de abril de 2014

El cadáver exquisito: la creación colectiva como fin.


El Cadavre exquis era una antiguo juego de salón que adoptaron los surrealistas. Era un juego colectivo en el que alguien anotaba una frase en un papel, ocultando después casi toda la frase para que el siguiente participante  continúe la historia.
No tiene un único autor, sino que es hijo de multitudes. Hay cadáveres exquisitos escritos y dibujados.
Al parecer el nombre nació del primer cadáver exquisito jugado por los surrealistas, que empezaba: “ Le cadavre exquis boira le vin noveau…” (El cadáver exquisito beberá vino joven).
A los surrealistas y dadaístas les gustaban los experimentos con el inconsciente, como los de la escritura automática, así que consideraron, en palabras de Nicolas Calas, que en el juego del cadáver exquisito se revelaba “la realidad inconsciente de la personalidad colectiva”. Max Ernst denominó al cadáver exquisito “contagio mental”. En cualquier caso, se cumplía así el mandato surrealista que decía: “la poesía debe ser hecha por todos y no por uno”.

miércoles, 2 de abril de 2014

Hasta el hueso. 

Rayuela - Capitulo 82 - Julio Cortázar



Morelliana.

¿Por qué escribo esto? No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas. Hay jirones, impulsos, bloques, y todo busca una forma, entonces entra en juego el ritmo y yo escribo dentro de ese ritmo, escribo por él, movido por él y no por eso que llaman el pensamiento y que hace la prosa, literaria u otra. Hay primero una situación confusa, que sólo puede definirse en la palabra; de esa penumbra parto, y si lo que quiero decir (si lo que quiere decirse) tiene suficiente fuerza, inmediatamente se inicia el swing, un balanceo rítmico que me saca a la superficie, lo ilumina todo, conjuga esa materia confusa y el que la padece en una tercera instancia clara y como fatal: la frase, el párrafo, la página, el capítulo, el libro. Ese balanceo, ese swing en el que se va informando la materia confusa, es para mí la única certidumbre de su necesidad, porque apenas cesa comprendo que no tengo ya nada que decir. Y también es la única recompensa de mi trabajo: sentir que lo que he escrito es como un lomo de gato bajo la caricia, con chispas y un arquearse cadencioso. Así por la escritura bajo al volcán, me acerco a las Madres, me conecto con el Centro -sea lo que sea. Escribir es dibujar mi mandala y a la vez recorrerlo, inventar una purificación purificándose; tarea de pobre shamán blanco con calzoncillos de nylon.

Segundo taller de los lobos esteparios, listos para tomar sus nuevas identidades



En esta instancia nos sacudieron las letras y la música. Realizamos un cadáver exquisito escrito, bajo la atmósfera penetrante de Cortázar en el capitulo 82 de Rayuela. Como si no fuera suficiente, tres hermosas guitarras componían la banda sonora de éste miércoles por la tarde.

Compartimos algunas imágenes de lo que fue.